El orden del discurso
El discurso desaparece.
Hay que decir palabras mientras las haya, hay que decirles hasta que me encuentren, hasta el momento en que me digan, hay que continuar.
Hay que hacer discurso para no desaparecer, hacerse escuchar-existir, a través del discurso.
El discurso es para pelear, para luchar las formas de existencia.
El discurso es para hacerse escuchar.
Hay dos tipos de discurso, relegado al tabú: la política y la sexualidad.
El discurso es lo que se puede decir, y lo que no se puede decir.
Llegó un día en que la verdad se desplazó del acto ritualizado, eficaz y justo, de enunciación, hacia el enunciado mismo.
El discurso verdadero ya no será el discurso precioso y deseable, pues ya no será el discurso ligado al ejercicio del poder. El sofista ha sido expulsado.
Una voluntad de saber que imponía al sujeto conocedor (y de alguna manera antes de toda experiencia) una cierta posición, una cierta forma de mirar y una cierta función (ver más que leer, verificar más que comentar); una voluntad de saber que prescribía (y de un modo más general que cualquier otro instrumento determinado) el nivel técnico del que los conocimientos deberían investirse para ser verificables y útiles.
Pues esta voluntad de verdad, como los otros sistemas de exclusión, se apoya en una base institucional: está a la vez reforzada y acompañada por una densa serie de prácticas como la pedagogía, el sistema de libros, la edición, las bibliotecas, las sociedades de sabios de antaño, los laboratorios actuales.
Pero es acompañada también, más profundamente sin duda, por la forma que tiene el saber de ponerse en práctica en una sociedad, en la que es valorado, distribuido, repartido y en cierta forma atribuido.
Recordemos, y a título simbólico únicamente, el viejo principio griego: que la aritmética puede muy bien ser objeto de las sociedades democráticas, pues enseña las relaciones de igualdad.
La geometría sólo debe ser enseñada en las oligarquías ya que demuestra las proporciones en la desigualdad.
Hay discursos que ejercen presión y coacción, que se colocan sobre una voluntad de verdad.
Hay discursos que se colocan como verdad.
La economía, el sistema penal, la psiquiatría son discursos de verdad.
Hay sistemas de exclusión que afectan al discurso: la palabra prohibida, la separación de la locura y la voluntad de verdad.
La voluntad de verdad está enmascarada de verdad, por el poder.
Parte del discurso que pone en juego el poder y el deseo.
Procedimientos internos, puesto que son los discursos mismos los que ejercen su propio control.
Comentarios
Publicar un comentario